Create Your First Project
Start adding your projects to your portfolio. Click on "Manage Projects" to get started
Barberos... de calle
Tipo de proyecto
Crónica visual
Fecha
Enero 2020
Caracas, Venezuela
Avenidas:
Baralt,
San Martín
Rol
Creadora
DESCRIPCIÓN/DESARROLLO:
El paisaje de esta ciudad cambia, se deforma, muta. A veces tumores malignos, a veces un nuevo
brazo o pierna que no crece donde debería, pero que a pesar de todo es funcional y “resuelve” el
día.
Las dos galletas por un dólar — “deléitate, comparte y disfruta Venezuela” — el mentos que luego
fue chupeta gigante, luego Bianchi, y mañana será otra cosa. Expresiones que pueden resultar
molestas a muchos y muchas, pero que forman parte del ecosistema capitalino. Las aceras se han
convertido en mercado, tienda, bodega… y también barbería para caballeros.
Así como el hambre vespertina y el antojito dulce tienen su salida fácil, también las ganas de verse
bien y satisfacer un poco la vanidad. Son tiempos duros los que vivimos, con poco o ningún
espacio para el gasto superfluo, el capricho o el deseo, al menos para un gran número de
venezolanos y venezolanas que ven sus rutinas transcurrir en un constante forcejeo para solventar
lo cotidiano.
De las crisis se engendran las soluciones más creativas: el barbero de calle cumple con dos
objetivos claros y no poco importantes. En primer lugar, brinda una oportunidad de trabajo
honesto y lícito al barbero que decide llevar sus implementos y ubicarse en una zona de alto
tránsito; no son las condiciones de higiene e infraestructura ideales para dicha labor, pero una silla
de la altura adecuada, una tela que sirva de mantel para colocar máquina afeitadora, navaja y
cepillos varios, y un espejo de buen tamaño, permiten que el barbero cumpla con su jornada sin
(mucho) problema mientras que presta un servicio a la comunidad que lo rodea con tarifas que no
se encuentran en locales comerciales del ramo.
Jeancarlos Méndez (24) viene de los Valles Del Tuy, y ubicó su puesto de barbería en la entrada del
mercado municipal de San Martín. En vista de los altos costos de alquileres de una silla en locales
formales, decide lanzarse a la aventura de ejercer la barbería a orilla de acera, oficio que aprendió
y desarrolla desde que tenía 11 años. Jeancarlos se gana la vida, un corte de cabello a la vez,
mientras ofrece a sus clientes una opción al alcance de los bolsillos de quienes transitan la zona,
ya que: “la mayoría de la gente no tiene la plata suficiente para pagarte un corte en una barbería,
en cambio en la calle tú fijas un solo precio y la gente viene a afeitarse a precio accesible” y por
qué no, a conversar un rato con quien se sienta en la silla, ¿o es que el barbero no termina siendo
el consejero y terapeuta de su cliente?
“Esto es lo que yo sé hacer, y es lo que le ofrezco a la gente”
Cerrando un año retador y turbulento, los barberos callejeros se convirtieron en salida posible la
intención de verse bien, de hacerse el corte de moda. Nelson Labrador, de 33 años, considera la
barbería como su “oficio y su arte”, estableciendo su espacio de trabajo en plena avenida Baralt, a
la altura de la esquina de Cuartel Viejo. La vertiginosa cotidianidad de la transitada y caótica
avenida sirve de escenario para su jornada, los transeúntes que eventualmente caminan por allí se
convierten en su potencial clientela. “Esto es lo que yo sé hacer, y es lo que le ofrezco a la gente”,
dice Nelson mientras realiza un corte: “atiendo de 15 a 20 personas diarias, dependiendo del día;
los viernes y sábados son los más movidos”. Nelson lleva su vocación a la calle, y
desde allí presta un servicio que no sólo le beneficia, sino que redunda en
bienestar para sus clientes. La relación no es sólo de intercambio comercial, sino que se
mueven otros elementos como la solidaridad y la consideración de la situación del otro, brindando
un servicio al cual no tendría acceso de otra forma.
De la Baralt a la avenida San Martín son varios los barberos callejeros. A orilla de calle, algunos con
toldo y otros a la intemperie. Unos barberos solitarios con la ocasional compañía del cliente de
turno, otros con su grupo de amigos, que sirven de ayudantes, asistentes, o quienes sólo brindan
la conversa para hacer más llevaderos los días lentos. Frente a la iglesia de Nuestra Señora de
Lourdes en la esquina de San Juan, nos encontramos con Yeiner Marín, quien lleva un poco más de
6 meses en su puesto improvisado de barbero con la fachada neogótica de fondo. “Recuerdo
que comencé un lunes: al principio fue ruda la cosa, porque la gente
primero observa la calidad de los cortes, a ver si uno es bueno o no… ya para
el viernes de esa misma semana, estaba cortándole el cabello a la gente que se la pasa en la
plaza”. Yeiner, con ayuda de su madre, pudo hacer varios cursos de barbería para desarrollar su
oficio. En este momento ya cuenta con su clientela fija y tiene como objetivo a largo plazo
establecer su propio negocio en condiciones más óptimas tanto para él como para sus clientes, ya
que anteriormente ha trabajado en locales formales de barbería, pero eventualmente fue
perdiendo clientes por haberse visto obligado a subir las tarifas de su trabajo.
La ciudad se transforma, muta, Se revuelve y palpita… y en cada latido
desarrolla un nuevo reto, al cual caraqueños y caraqueñas dan respuesta de
la manera más creativa que encuentran. Que lo digan los barberos… de
calle.
Fotocrónica desarrollada en enero de 2020, se centra el la cotidianidad de los barberos callejeros en la ciudad de Caracas, específicamente en las avenidas principales del oeste capitalino.
Está acompañada de entrevistas a tres barberos callejeros, quienes accedieron a ser fotografiados durante su jornada de trabajo.



























